Aunque pasaba de largo de los 50, Alba seguía teniendo mucho atractivo para los hombres. Sin lugar a dudas su color de pelo rubio, su extrema delgadez, la ropa ceñida, muy elegante, de estilo años 70, a la que no le faltaba ningún detalle, tenía mucho que ver con ese éxito.
Durante aquella semana, se había sentido inquieta y muy preocupada. Además de ser observada y piropeada por los hombres como de costumbre, advirtió que alguien la seguía con otras intenciones. Harta de no saber quién se escondía en las sombras tras ella y cuál era el oscuro motivo de aquel acoso, decidió pasar a la acción para descubrirlo. A la mañana siguiente armada de valor, se escondió tras un quiosco para descubrir por fin a su espía. Al ver que la seguía una mujer, quedó perpleja. La mujer en cuestión, era muy jovencita e iba vestida con las mismas ropas, color de pelo y peinado que ella. Sus andares y movimientos también eran muy parecidos, por no decir exactos a los suyos. De repente, sufrió un shock cuando sus recuerdos la trasladaron muchísimos años atrás, viéndose en ellos reflejada en aquella jovencita cuando tenía su mismo aspecto juvenil y que había copiado a la perfección el estilo de otra mujer, haciéndolo propio. Recordó entonces el día de su trágica muerte al ser arrollada por un coche, justo delante de ella.
Allí de pie junto al kiosco, se quedó absorta por los recuerdos, cuando unas voces la devolvieron a la realidad. La jovencita desde la otra acera le hacía señas con las manos y le gritaba. Pero Alba no tuvo tiempo a reaccionar, un camión descontrolado subió a la acera donde ella se encontraba.