Era una mujer de un pueblo remoto. De una fascinante belleza, alegre, joven y también inocente. Los hombres se la miraban con deseo. Aprovechándose de su inmadurez con falsas promesas de amor y de compromiso, la engañaron por dos veces. La alegría se borró de sus labios y la desesperación la atormentó al descubrir que estaba embarazada. El padre de la futura criatura, se rio de ella, tratándola de mujer ramera. Cuando su barriga creció, fue repudiada por el pueblo. Su padre la echo de casa y su hermano mirándola con asco le abrió la puerta. Con el disgusto y una larga caminata por el bosque alimentándose de lo poco que encontraba, perdió al hijo de sus entrañas. Al llegar a una pequeña ciudad, pasó días muy difíciles en los que tuvo que conseguir dinero para comer, ofreciéndose a los hombres. Todas esas penurias y acciones que tuvo que realizar, acabaron por endurecer su corazón y su alma. Pasado un tiempo se trasladó a una gran ciudad y se convirtió en una mujer rica y muy respetada. Con las ropas adecuadas, su belleza y desaparecida inocencia, viajaba en tren a distintos lugares, incluso visitó un día su pueblo. Se había transformado en la mujer pantera y los hombres se convirtieron en frágiles víctimas de sus encantos y de probar muy pronto, sus afiladas garras