Querida Madre:
Podía expresarte que salía con falsos amigos, comencé a negociar mi vida con el diablo.
Podía expresarte, que se me detuvo la vida al consumir engaños.
Podía expresarte, que soy esclavo del engendro de una mundana. ¡Por Dios!
Que me disculpe esa señora, lo que he expuesto, es asunto de mis nervios.
Soy el resultado de rústicos laboratorios.
Madre, tú me protegerás, porque me amas.
Te confieso, tengo ciclos que no veo mi salida, he invertido los días con las noches. Solo acierto el rostro del que me envenena.
No puedo mentirte, tú conoces cada línea de mis manos.
Era feliz porque no sentía nada, no veía nada, las noches me confunden con sus lúcidos candiles.
¡Era el Soberano!
Hoy me declaro culpable y me arrepiento, por estar en lugares equivocados, por los reclamos que no oí, por el sufrir de mis hijos, por la cicatriz de su progenitora…, por mi vida perdida.
¡No sé quién soy!
¿Madre, puedes tenderme tu mano?
Carlos Manuel Cañizares.