Viene el porvenir en su caballo de letargos
el tiempo trae sus alforjas llenas de demora
los sueños tardan como si nadie los esperara
nada es urgente cuando ha vencido el desdén.
Son quimeras que tornan arrastrando sus pasos
su bandera es el desconsuelo y la desesperanza.
Cuando haya resistencia impondrá nuevas treguas
con mala fe y perturbaciones a los sueños libertarios
de manera incesante, entre naufragios y desamparos
hasta que un infatigable le venza de manera impensable
reduciendo la parálisis que trae con máscara de sosiego.
Hay que tener presente ya, que el corazón es el convocado
que no se rinde ni reduce ante las amenazas ni el cansancio.
Y encontró la inesperada manera de vencer lo falso del futuro
sabiendo que el día presente es incierto y lo pasado nostalgias.
Porque todo es anómalo sabe también que nos asedia el peligro
poblando con sus pasos; los nuestro sin fe ni rumbo, y descalzos.
Ahora que ya no hay desierto cuando de cierto reconoces al olvido
solitario entre las multitudes pertrechado de despojos y escombros
su huella ínfima, doliente y honda es una estela cargada de sombras
que insufrible y amarga enrarece el ambiente otrora despejado y dulce.
Y entonces; vos sabés quién es el turbio enemigo que viene a seducirte.
Enhebrando recuerdos el corazón estará siempre dispuesto a combatirle
decidido, inquebrantable, pertrechado de certezas que lo hacen invencible
Sembrando en la página la benevolencia de la palabra fértil e irremplazable.