Una letra urgida de esencia
en la agenda de los sueños libres
un eco que descontamine
y conmine a los vocablos a que vibren
lejos del incoherente y habitual uso
que acosa a las plumas sin compromiso,
huéspedes permanentes de los desapegos
y su alma exigua y pálida expuesta en almoneda
al mejor postor mercantilista.
Una palabra pretendiente de nortes claros
y horizontes sobrios, si es preciso con luna
por el simple deseo de impregnarse de poesía
aunque sea sólo un anhelo sin pretensiones vanas
ni lucha de egos; sí, con nostalgia por las letras sabias
atemporales, vigentes, de otros tiempos y actuales.
Sin tempestades imaginarias o alusiones divisorias,
que agite las páginas manchadas de pátinas
con la fecunda sangre-tinta del corazón, que late y arde;
ese pertrechado por temor al juicio banal de los idiotas.
Una convocatoria decidida a reclutar las almas tronantes
que no le temen al soliloquio grave de la conciencia,
sin elegías adelantadas ni madrigales de amor pendientes
será cuestión de gustos y estilos cantar haciendo vereda
un Silbo vulnerado siempre abrirá sendas nuevas
y los identificados con su sino se aprestarán a combatir el olvido
sin temor a exiliarse en la soledad, ese viaje íntimo y elemental
que acicatea a la creación para que cuaje sin agitaciones
ni aspavientos insolentes o turbiedades de río revuelto a conveniencia.
Un gesto con la cordura amenazada por el vértigo del poder global
que es impuesto desde potencias sin potestad de nuestras raíces
que se anclan inmutables y soportan tempestades,
en alianza con las piedras hondas y humildes que nunca pierden piso
que por extraña razón quieren ser horizonte y siempre sueñan el mar
y cuando no, lo imaginan limpio y dulce.
Es necesario un asidero menos grave que los clavos calientes
que nos postran en la cruz; la suma de todas las voluntades
no precisa maderos en un monte mancillado
con ecos que todavía lloran el porvenir que no llega.
Dos siglos de historia a cuestas con claroscuros en vela
y las palabras errantes, para no ser fósiles adoptan poetas
o seres visionarios que las ventilan en el umbral de las novelas
los prosistas in crescendo levantan la mano con autoridad moral
y el romance que se conoce con los relatores esenciales, es sin par.
Entonces triunfa la claridad, las palabras urgentes fueron, son y serán
el mal comprendido fuero de lo inmemorial, que puede unir lo que vendrá.