¡Oh tú, Beethoven,
el músico más amado!
¡El más grande entre los grandes!
Tu música es la Música;
en tu música se reúnen
todas las músicas posibles.
Eres el más romántico de los románticos,
el más apasionado, el más tierno,
el más trágico.
Poeta de las notas,
arquitecto de los sonidos:
artífice de las melodías
más divinas… y más humanas.
Posees la osadía de un guerrero,
la cólera de un dios,
el espíritu de un visionario,
la pasión de un enamorado…
Toda tu música es un grandioso animal
que respira por todas tus heridas,
por todas mis heridas…
La alegría desenfadada de tus conciertos
me transmuta el alma,
la grandeza de tus sinfonías
me convierte a un dios en el que no creo
y la trágica melancolía de tus sonatas
me rezuma el alma de versos tristes.
A ti, Beethoven —hacedor de modernidad—
el piano te debe casi todo cuanto es
—nadie como tú sabe arrancarle esos sonidos de cristal—.
¡Oh tú, Beethoven,
el más grande entre los grandes!
¡Bendito seas por los siglos de los siglos!