La música resuena entre el gran bullicio, la zamba contagia a las
multitudes.
La mano moviendo arriba y acá
Y para allá, caderas se mueven frenéticas, los pies, tejen pasos mágicos, en la pasión salvaje.
En la gran avenida, así llamado zambodromo, hay alegría, están las panderetas en las manos del que canta bailado bullicios.
– Es la locura – exclamé – nunca vi nada igual!
– No habrá otra igual- me dijo un viejo, seguro de lo presumido.
Así me dejé envolver por el ritmo frenético de la zamba, y las canciones que decían así :

‘Hola mi gente de todas partes
De mi barrio alegre y aún más,
Sigue el ritmo de la comparsas
Moviendo las manos y los pies
Que la fiesta sigue en carnaval’

Así cantaban todos, en derroche
De fulgurante alegría y bullicio.
-Hace días que es musica, todo alegría porque, la gente olvida todo en carnaval, olvida sus miserias, y otros gozan de lo que poseen – me dijo alguien.
Mientras se vienen los carros alegóricos, cada uno y todos los años, representan a su barrio a su club, con imágenes de fauna y flora, el viento, la tierra y fuego
y toda imaginación.
De pronto apareció ante mis ojos, una imponente carabela,
con las telas al viento entre las brumas que sin cesar salen del carro, y es como gran barco de fantasías que emerge en la noche.
Y la reina, rubia esplendorosa es parecida a un hada aferrada del mástil del navío, meciendo unas caderas suaves, y saluda a una gran multitud, mientras papeles y serpentinas de colores lo ha cubrido todo.
Y como en un trance, vi a la gente bebiendo cerveza y vino.
– Esto es vida pagaba – Así gritaba un viejo al parecer muy ducho en estas fechas en fiestas.
Y luego me fui alejando, poco a poco, despacio, con la emoción en el alma, despacio sin prisa.
Mientras me alejaba, escuche las risas de hadas y musas que decían :
– Has visto, hombre, los dotes y las ofrendas al Dios pagano, con contagiante barullo y divertidas danzas, libaciones alegres, es la vida!
Y así callado me alejé sin prisa, ya seguro de que en esta vida, a veces todo es alegría y carnaval!!

Hino Pando