El metro suena cerca y la gente corre desbocada para no perderlo. En el borde de las escaleras una madre joven se esfuerza en coger el pesado carrito de bebé a pulso. La gente la adelanta por los costados sin verla.
Voy más lenta, pues arrastro una lesión agravada por cumplir una promesa, pero decido que es mejor perder el metro. Mejor la bondad que la prisa. Bajamos el carrito y aún cogemos el convoy. Me sonríe y me da las gracias. No tiene importancia, hice lo debido, por eso duele tanto que quien te importa se olvide de ti.