Necesitabas un ángel. Por eso estoy aquí.

Te he observado, caminabas cabizbaja entre la gente y he visto como levantabas la mirada al cielo esperando un respiro, intentando abrir un paréntesis imaginario entre las nubes. He visto el modo en que el viento agitaba tu cabello. Y a veces, he dudado de quién es realmente el ángel en esta historia.

No debes temer nada, yo caminaré a tu lado, de tu mano. Pero nadie me verá.
Dormiré contigo cada noche, velando tus sueños a los pies de la cama. Pero nadie me verá.
Te conozco desde siempre porque tú eres mi presencia en la tierra. ¿Será que puede un ángel enamorarse?

Vivo en el silencio que desprende tu luz. No quiero que nada rompa ese silencio si no eres tú. A veces hasta tú me molestas, porque desvías mi atención de este amor sagrado.

Carezco de sentidos cuando no hallo el modo de tocarte, cuando todo me huele a ti. No necesito verte para amarte, al igual que se ama y se cree en Dios sin verlo. Tan solo necesito el oído para escuchar el silencio donde habita tu respiración.

Quisiera ser presencia para caminar contigo en una orilla al amanecer, ver salir el sol sentado a tu lado. Y esperar que el día se haga noche y que mi cuerpo se haga sombra para seguir caminando tomados de la mano.

Espérame junto al mar, en el que tantas veces nos amamos sin tocarnos. En sueños y en besos imaginarios.