Solo le pillé una vez mirándome como si yo fuera una princesa. Nunca dice nada de nosotros. Muy concentrado. No sé qué hubiera dado por saber lo que pensaba. Se acaban los días y no sé nada. Ninguna señal. Quizá eso sea una señal. Se acaban los días y la situación está igual: quieta. Volver es mejor. Porque entonces pueden acabarse otros días, donde yo le miro y él me besa, aquéllos que nos despedimos seguros de volvernos a encontrar. Volver a ser esa especie rara de nosotros. Y estar juntos, cada día, hasta que se acaben.