Y volvía a empezar el otoño. Volvía a ver desde la ventana los paraguas de colores de los viandantes. Volvía a salir calor del radiador. Volvía a prepararme una taza de té cada tarde. Pero todo era igual que el otoño anterior.
¿O no? Volver a empezar sólo dependía de mí.
Este podría ser el primer otoño, el primer otoño del resto de mi vida. Sólo tenía que volver a empezar.
Pero, mientras mis ojos se aguaban, comprendía que sólo volvería a empezar el otoño.