I
– ¿Sigue vivo ese asesino, sigue allá afuera, libre? -preguntó la fantasmagórica voz en coro, que se oía saliendo de la boca del médium poseído, quien era intermediario entre aquella conversación. La mujer que lo acompañaba prosiguió preguntando sobre la tragedia.
-Sí, sigue vivo y libre. Después de ti, se supo que atacó a más personas, las asesinó sin la sospecha de nadie. Muchos murieron de un día para otro, nadie pudo detenerlo, fue imposible. Estamos consternados por cómo se desenvuelve este maligno ser que ronda entre el mundo civilizado- dijo la mujer, dirigiéndose ante las entidades del más allá.
– ¿Sigue matando?, no lo puedo creer-le contestó el coro a través del médium.
– Su expediente está lleno de crueles muertes, muchas de ellas en hospitales. La negligencia médica es uno de los principales culpables, no tener control de los terribles seres que pueden estar dentro de las personas.
-Sí, así es-contestó el coro sombrío- las apariencias físicas son unas, pero lo que porta cada persona es todo un misterio, muchas veces el misterio se resuelve cuando es demasiado tarde.
II
La conversación entre vivos y muertos duró varias horas más hasta la llegada del lento amanecer. La mujer tenía muchas respuestas, pero tal parece que obtuvo más dudas de las que tenía al inicio de la sesión de espiritismo. Decidió investigar más, y escudriñar con más detalle el modus operandi del asesino.
Durante un año completo se entrevistó con cientos de seres del plano de los muertos, con tal de obtener una imagen general y más clara del cruento ser con el que estaba lidiando.
III
El coro procedía de lo que alguna vez fue José Hernández, trabajador de un hospital público que murió sorpresivamente, atacado por el desconocido monstruo cuando iba de camino a su casa.
Herido se encontraba en dicho trayecto cuando comenzó a sentir los efectos de una muerte segura. Tosía y la sangre salía por entre sus dientes descontroladamente; el ataque lo dañó considerablemente. Intentó pedir ayuda, pero no lo logró. Perdió el control de su coche y chocó con un árbol cercano a su vecindario.
La policía llegó a la escena del crimen, encontrando las marcas de la muerte en el cadáver de José Hernández. Luego vinieron los médicos y quedaron consternados por lo que sus ojos miraban con gran horror y desconcierto, no pudiendo resolver la identidad de aquello, era todo un desafío tratar de imaginar al responsable de tal macabra escena.
-No es humano-dijo un médico, helado del miedo.
-Definitivamente no lo es-respondió otro.
Días después, los análisis de laboratorio y de DNA verificaron esta hipótesis: lo que atacó a José Hernández no era humano, era algo mucho peor.
IV
La investigadora le mostró al médium, como equivalente del retrato del fallecido, una placa de electroforesis correspondiente a las células del sistema inmunológico muertas por la infección.
-He aquí la imagen más íntima del muerto ¡Células del sistema inmune de José Hernández, manifiéstense y comuníquense conmigo, expresen su existencia desde el más allá! -dijo el médium sobre la mesa, utilizando con gran concentración sus habilidades sobrehumanas.
Comúnmente, como estrategia para averiguar si una entidad espiritual está presente y se manifiesta, se emplea la tabla de la Ouija, donde el espíritu en cuestión guía la mano de un vivo a través de las letras del abecedario, con lo que al final de tal proceso se obtiene una palabra o nombre; sin embargo, en este caso, tratándose de una expresión más pequeña del alma del muerto, la investigadora optó por utilizar una micromatriz de DNA como marcador de la presencia del espíritu del sistema inmune. La micromatriz fue colocada sobre la mesa a la espera del diálogo con las células inmunes muertas. Si estaban presentes, dicho artefacto mostraría un patrón de colores particular correspondiente a determinados estados de expresión génica, revelando la presencia del citoánima.
Unos minutos después del conjuro de invocación, la micromatriz cambió de color y el médium empezó a temblar, estaba poseído. Pronto sus ojos se cerraron y de su boca brotó un coctel de mil voces sobrepuestas expresando las palabras de respuesta al llamado:
-Nos manifestamos, somos las células inmunes, muertas somos como lo notan, ¿Qué asunto y osadía es esta de interrumpir nuestra eterna apoptosis? -dijeron las sombrías voces.
Ante tal manifestación desde el más allá celular, la investigadora no dudó en soltar una enorme serie de preguntas relacionadas con procesos moleculares de infección del patógeno.
-Así como se le puede preguntar a un muerto quien le mató y cómo fue que lo hizo, también puede aplicarse el mismo procedimiento a las células de una persona para averiguar la identidad de quien las destruyó; en esencia es el mismo procedimiento, solamente que a una escala espacial menor-pensaba la científica. Es como un microscopio para examinar los componentes más pequeños de un fallecido.
Las preguntas llegaron, y el coro de mil millones de células inmunes hizo aparición, resolviendo cada duda, algunas de ellas de un modo enigmático y propio del lenguaje excéntrico y sombrío del mundo de los no vivos. Los patrones presentes en la micromatriz fueron revelando poco a poco la identidad del asesino.
V
Mortalis cadaverica, fue el nombre dado a la cepa bacteriana panrresistente que la doctora Ivanova Kirizya, investigó por tanto tiempo. Una cepa mutante, producto del fenómeno conocido como transformación, que se produjo en una planta de tratamiento de aguas negras en una colonia marginal de la ciudad. La cepa se transportó por vía acuífera a un cultivo de rábanos que comieron 8 personas en una taquería, entre ellas José Hernández, que murió por esta infección en unos cuantos días.
Hablar con las células víctimas de Mortalis cadaverica le proporcionó a la investigadora los datos suficientes para combatirla.
Ivanova Kirizya, doctora en biología molecular y genética, proporcionaba a sus colegas el secreto para destruir al monstruo del siglo XXI. A pesar de haber muerto a causa de Mortalis cadavérica durante el lapso de su investigación, su voz trasfigurada y fantasmagórica se oía gracias a la posesión que ejercía sobre el médium. Pronto, la gran pandemia global pudo ser contrarrestada en unos cuantos años, hecho comparable con la proeza de Alexander Fleming con su penicilina.
Ivanova Kirizya y el médium recibieron el premio Nobel de Fisiología por lograr develar la identidad del agente infeccioso causante de tantas muertes. Sería el primer médium y la primera entidad metafísica en recibir tal reconocimiento, hecho inédito en la historia.