Cada hueso de mi amor, astillado de nostalgia

amenaza con caer de los cálidos brazos

nada parece evitar, el inminente fracaso.

A la luna que escuchaba, tantas veces mis plegarias

se le cayó de la mano, el beso que no fue beso

sino tan solo un deseo, esa tarde de verano.

Cuando el mar acunaba las olas, mientras nosotros soñábamos

con una estrella lejana, enamorada del cielo.

Quisimos adunar el tiempo, y sorbimos del néctar

de cada segundo solitario que se nos fue otorgado

Sin darnos cuenta volcamos, el reloj de la mesilla

derramando cada paso, que aún no se había dado.

Qué insensatez mas grande, qué desperdicio pecado

tiramos por la ventana, aquello que el ser humano

deja el latido buscando.

No quiero vestir con palabras, la desnudez del fracaso

seria adornar excusas donde no caben moradas

para tan desdichado sentimiento,

y tan poco valorado.

¿Cómo se dice adiós?, cuando el silencio enmudece

¿Cómo se dice adiós?, cuando el llanto aún persiste

no encuentro en el sendero ahora marcado

las rosas que perfumaban cada mañana el momento.

He dejado apagar mi tea, aquella que he cuidado

he dejado marchar el cuento, que el destino me ha entregado.

Derramo sobre la mesa, todos los poemas hablados,

los libros y los lugares que nos faltaron..

Mi refugio es mi cuenco, de madera tallado

donde guardo las memorias de las historias añejas,

los besos y las caricias que se marcharon.