Imagino que la mayoría de los escritores independientes tienen este mismo problema. Cuando un autor reputado escribe un libro tiene uno, o varios, editores que corrigen y liman sus pequeños fallos. Nosotros, los lobos solitarios, sentimos la ausencia de esa figura y nos multiplicamos en nuestras actividades.
Estoy en ese punto. Acabo de terminar la tercera parte de la saga Blood Wings y me dispongo a subsanar los fallos que he ido acumulando. ¿Sabéis que es lo que pasa por mi cabeza cuando me pongo a ello?……. ¡¡Qué mal escribo!!
De verdad, imprimo el libro y cojo un bolígrafo rojo. Lo que queda al final es muy diferente a lo que salió de mi pluma en un principio. No debería preocuparme. Hay veces que estoy varios días sin avanzar, por lo que es normal me olvide de explicar algo o repita lo que ya había dicho. Éstas correcciones no son la parte más bonita de la escritura, pero son necesarias.
Ojalá llegue algún día en que las marcas de boli rojo sean mínimas y que mi escritura alcance la perfección al primer trazo. Hasta entonces, espero seguir aprendiendo y desarrollándome como literato novato. Un saludo a todos.
Creo que lo mismo ocurre en las mejores familias, yo también tengo un vestido de ese color, pero, de ese modo aprendemos como bien dices, la verdad que es muy tediosa la labor del que escribe cuando corrige, pero es lo que hay si queremos que lo que escribimos se vea bonito y no solo por fuera. Humilde opinión de una aprendiz de las letras, una escritora novel.
Adelina GN
No nos queda otra. Ojalá pudiera escribir prosa de calidad cada vez que me ponga al teclado, pero no es lo que ocurre. Espero que cada vez tenga que usar menos el boli rojo. Un saludo y gracias por comentar.
Igual no escribes prosa de calidad, pero la calidad de lo que escribes seguro no necesita boli rojo, pues lo que se hace sin pretender alardear, no tengo duda de que no necesita corrección. Feliz miércoles.