Nunca me miro en el espejo, ni al rasurarme. Trato de no simpatizar demasiado con el tipo que se refleja en el cristal ya que desconfío de la clase de amistades que uno puede llegar a entablar consigo mismo. Un medio bohemio como yo es también medio espartano para compensar. Humilde, más de lo normal, pero puedo parecer pedante porque hablo cándidamente de todo lo que me pone contento.
Os presento al cíclope de las manos pequeñas. Al que se burla de mí y se ríe de mi sufrimiento. Soy el último idiota que queda. El hombre de los zapatos grandes que compone sinfonías perfectas, que sólo interpreta silbando. Un león, triste y flaco, perdido en las arenas del desierto, resistiendo a la soledad. Un ave migratoria que se separó de la bandada y perdió su ruta. Soy un blanco fácil y me matan con frecuencia.
Debes reconocer en mí tu oportunidad perdida y la mía. Tu segunda oportunidad y la mía.
Te habla el más importante filósofo del final del siglo XX. Ése que tenía que haber existido y que tanto se echó de menos, precisamente era yo, no se lo digas a nadie. Aquí está el pensador de los análisis certeros y la vida equivocada. Muy parecido a un hombre de bien. Circunspecto pero asequible a un tiempo. De intereses graves y trascendentales, aunque todo me importe un higo.
Soy un puedo y no quiero. Peor: un puedo y dos no quiero. Moderado, pero no ambiguo. No me parezco a ti, ni por ser cerrado ni por ser abierto.
Puedo subir cualquier cuesta que yo quiera impulsado por un solo dedo, pero carezco de una voluntad en proporción a mi fuerza. Tras aparentes rasgos de seductor se esconde un inocente palomo romántico y hasta enamoradizo, impulsivo, familiar y también golfo en algún lugar de mi conciencia. Bueno como un niño. Gentil y agradable como un muchacho. Y benévolo como un abuelo. ¡Me gusta mucho ser benévolo!
Ser sincero es mi otro lujo. Aquellos que me conocen descubrirán en estas líneas todo lo que ya sabían. Soy discreto con mi vida, pero mis ojos transparentan mi alma. Y si alguna vez me guardo una carta en la manga es solo por ella: para poder cautivarla con el la oscuridad y con el brillo de mis misterios.
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