“Tal vez el mar descubra nuestros miedos, quizá revele lo que somos en esa realidad que nos ha tocado vivir, y que incluso a veces hemos elegido vivir. Tal vez la mar deje ver de cada uno de nosotros no solo lo que mostramos, sino también lo que ocultamos. En Recovecos realizamos una travesía por un océano sin nombre, por un mar que busca la frontera en la vida de un hombre y su tripulación, en la vida de cada uno de nosotros y de los que viven a nuestro alrededor”. RECOVECOS.

Con esta incitante incógnita nos tienta Juan Antonio González Ruiz-Henestrosa en su último libro “RECOVECOS”. Este escritor, nacido en Rota, abogado de profesión, se nos presenta de un modo muy original:

“No tengo sangre azul, ni mis orígenes son ilustres de señorío, pero por mis venas recorre esencia de mayeto, de la huerta calabacera y tomatera, de caminar descalzo por esa tierra bañada por la mar y acariciada por el levante, siempre que no le dé por soplar como sabe hacerlo y convertirnos en el rincón donde sus barruntadores deambulan con sus conversaciones solitarias”.

Percibo, querido lector, que para este momento de la lectura ya habrás quedado gratamente impactado por la atractiva magia de las letras de Juan Antonio González. Y es que, él es así. Te conquista con su escritura, en apenas dos líneas. Y uno  tan solo comprende que quiere seguir leyendo. Explorando su obra, expectante ante el siguiente verso o párrafo.

Podemos leerlo en su blog Tarayuela (juanantoniogonzalez.wordpress.com), en el que busca no perder las raíces de sus orígenes. Ha colaborado con la revista cultural llamada “El cofre de la felicidad” (Galicia), en la asociación socio-cultural de la localidad de Cervelló (Cataluña). Igualmente y a través de la Delegación de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Rota, ha participado junto con otros escritores de la ciudad, en una antología de autores
roteños. También ha colaborado con diversas revistas y publicaciones literarias como son la Revista Voladas (Rota), Abaniko (Ed. Kostadinova, Murcia) y Revista La Villana (Rota). Ha publicado dos obras, Historias de una casapuerta (Ed. Libros.com,2015) y Recovecos (Azur Editorial, 2018). Su último trabajo se presentaba hace unos días en Getafe, se trata de una antología solidaria, Relatos de ida y vuelta, CANFRANC,  en la que participa con uno de sus textos.

 

Hoy, abrimos las puertas de Desafíos Literarios a… JUAN ANTONIO GONZÁLEZ RUIZ-HENESTROSA.

 

De pequeño soñabas con ser…

Soñaba con ser médico. Posiblemente muy influenciado por experiencias personales, quería ponerme una bata blanca y ayudar a las personas para salvarles la vida.

Preséntanos Recovecos, por favor.

Es un poemario que intenta acercarse a la condición del individuo y de la propia sociedad en la que vivimos, a través del mundo de los pecados. Pecados que son tan necesarios para conocernos a nosotros mismos, como imprescindible es saber que debemos un día olvidarnos de ellos. Y entre poemas y versos, un viaje por una historia paralela de amor o no amor. Una singladura por un océano imaginario, un mar que puede ser la vida de cada uno de nosotros.

Juan Antonio, ¿qué te hace perder el sueño?

Que las personas a las que quiero tengan algún problema de salud principalmente.

¿A qué llama amor, Juan Antonio González?

A una travesía necesaria para darle significado a la vida. Al compromiso, a las confidencias, a llorar y reír, a saber el lugar donde quieres estar y quedarte. A sujetar las manos cuando los abismos se nos presentan. Y para los más románticos e idílicos, a que no se olviden los pellizcos emocionales en las tripas.

¿Eres consciente del contenido filosófico de tu obra? ¿Eres consciente de lo deslumbrante de cada uno de tus versos?

Contenido filosófico no sé, porque no creo llegar a esa altura del pensamiento. Tal vez sí existe un fondo sociológico, de observación de nuestro entorno, quizás por una necesidad personal de efectuar una reflexión sobre todo lo que nos rodea, de pensar qué somos, qué hacemos, para qué estamos.

Consciente de que los versos puedan ser deslumbrantes es quizás palabras mayores. Hago todo lo posible por cuidar mucho cada palabra, respetarla, darle su lugar y que intente transmitir, pero hasta el punto de deslumbrante los versos, eso solo lo hacen los grandes escritores, y a mí me queda mucho camino por recorrer.

En prosa o en verso, cada uno de tus pensamientos escritos gozan de una pasión serena y contundente. Tu libro tiene vida, está vivo… ¿Cómo lo has conseguido? Cuéntanos el secreto.

Tal vez la respuesta se encuentre en su origen. Cuando estaba inmerso en el proceso de edición de mi primer libro, Historias de una casapuerta, ya la idea de un poemario con la temática de los pecados rondaba por mi cabeza. Y quise durante ese tiempo comenzar a darle forma a esa idea y me dediqué a ponerle versos a muchos de mis pensamientos y a lo que observaba.

Lo de que el libro está vivo, me trae un grato recuerdo que me lo digas, porque me lleva a una conversación que tuve con una persona que es muy especial en mi vida, y hablando con ella acerca de mis miedos con la publicación de Recovecos, me dijo que una vez estuviera en la calle, que lo dejara en paz, que el libro tendría su vida propia. Hoy después de más un año, sonrío más de una vez al recordarlo.

¿Son tus versos un modo de lanzar alguna critica al mundo? Un modo de reivindicar algo.

Sí, no lo voy a ocultar. Esconde mucha crítica a esta sociedad. A nuestra manera de relacionarnos, de mirar lo que nos rodea. Es una crítica hacia uno mismo, quizá. Y sí reivindico en cierta manera la necesidad de hagamos un mayor ejercicio de pensamiento individual y colectivo. A veces escucho algo así de que no hay que pensar tanto, y no digo que no falte razón, pero entiendo que en estos momentos se hace más necesario que nunca que se produzca una recuperación del pensamiento como motor de nuestro mundo.

Un lugar del mundo donde te gustaría escaparte y encerrarte a escribir.

Creo que estoy en él. Aunque Cádiz y Córdoba son dos lugares donde acudo con cierta frecuencia, Rota es mi sitio. Tiene el mar y el viento de levante. Tiene la luz y la calma. Tiene lugares donde poder detener el tiempo o al menos que se ralentice. Es una ciudad a pequeña escala, un pueblo que esconde algo de ciudad del mundo. Para encerrarme me quedó aquí donde nací.

¿Hay algo de autobiográfico en Recovecos?

Supongo que algo esconderá. No hay nada consciente de que sea así, pero no puedo negar que existen versos que son fruto de las experiencias personales, o de lo que he vivido y observado. De lo que me rodea y que evidentemente forma parte de mi vida.

“Somos simples exploradores de la nada. Buscadores de tesoros sin valor, el resultado de todo siempre es una duda”. ¿Qué has encontrado entre los tesoros sin valor, que tenga un valor incalculable?

En esas pequeñas cosas que a veces casi nos pasan desapercibidas he encontrado que todo se merece vivir. Para mí tiene un valor inmenso el segundo que alguien te dedica, que detiene su tiempo para dártelo. Creo que no somos lo suficientemente conscientes de que tenemos dar mucho más las gracias por momentos así.

¿Qué has descubierto a lo largo de esta travesía? ¿Qué te ha enseñado el mar?

He encontrado buenos puertos en los que atracar y quedarme allí y otros en los que me gustaría volver para amarrar bien los cabos. El mar, la mar…me enseña todo. Tengo la sensación de que vivo enganchado a esas aguas. A la calma que nos muestra, pero también a esa bravura que esconde en su interior. A su belleza incluso cuando da miedo mirarlo.

Somos barquitos de vela, dejándonos llevar, enamorados del Levante. ¿Cómo crees que influye  el Levante, en la mente de un escritor?

Tocas en mi punto débil. A mí, mucho. Al viento de Levante lo amas o lo odias. En mi caso, y aunque es cierto que me derriba como a casi todos los que vivimos por esta zona, ese viento hace que despierte a veces y no te oculto que días así, escribir es diferente.

¿Qué te hacer reír, qué te hace llorar?

Una copla de carnaval. Los versos que se esconden en esas cuartetas tienen la capacidad de hacerme reír y llorar casi al mismo tiempo. Si me dan un pellizco con la letra y la música, no te extrañe verme con los ojos enrojecidos tanto de reírme como de llorar casi al mismo tiempo.

¿Qué esconden tus versos? ¿Alguna historia de amor no contada, quizás?

Bueno, lo que esconde son muchas horas de trabajo. Peor o mejor escrito, ningún verso es fruto de una casualidad. Todo tiene su sentido, hasta la vida de una farola. Las historias de amor no contadas se quedan en eso, en no contadas. Prefiero quedarme con las historias de amor vividas, que son las que dan sentido a toda nuestra existencia.

¿Cuál es el trabajo del que te sientes más orgulloso?

El que está por venir y cuando llegue, el siguiente.

¿Dónde encuentras la inspiración para comenzar a trabajar?

A decir verdad, en cualquier lugar, hasta en la sala de un juzgado con la toga puesta. Creo que a los que nos gusta este mundo de la escritura, la inspiración se encuentra en observar lo que está a nuestro alrededor.

¿Con qué escritor/a te gustaría quedarte atrapado en un ascensor?

Con uno que no fuese claustrofóbico, porque lo íbamos a pasar muy mal los dos. Pero si llega el momento, con Juan José Millás, María Zambrano, Emilio Lledó, Luis Landero o Luis García Montero.

¿Qué novela famosa te hubiese gustado escribir tú y no su autor?

La sonrisa etrusca de José Luis Sampedro o Distintas formas de mirar el agua de Julio Llamazares.

¿Qué personaje de novela te gustaría haber conocido en persona y llevártelo a cenar?

A Antonio Jesús Escribano Rangel, el personaje de El azar y viceversa, de Felipe Benítez Reyes. Ese personaje creado por Felipe Benítez nació en la misma calle que nací yo, y creo que pasaríamos un buen rato de charla cenando.

¿Cual es el secreto que nunca le has contado a nadie, pero me vas a contar a mi?

Que los secretos que son inconfesables no son un secreto. Bueno como tengo varios, te puedo decir que la cocina es mi refugio de pensar.

Un olor, un sabor, un recuerdo.

Dos olores, uno el de las rocas en mi playa, y otro el del campo que labraba mi padre a finales de mayo.

Un sabor, el de cualquiera de los vinos de mi tierra.

Un recuerdo, las noches de San Juan en mi barrio.

Escribes con alguna música en especial, o prefieres hacerlo en silencio.

No tengo demasiada costumbre de escribir con música, ya que me pongo a trabajar sobre las 5,30 horas. Pero algunos días sí escucho algo y todo va en función de los ánimos, desde música clásica, a Sabina, Texas y grupos de mi época.

Con quién te gustaría trabajar, escribir algo a medias.

No lo había pensado, pero ya que lo dices, contigo.

Juan Antonio, háblanos de tu siguiente proyecto.

Ahora estoy acabando un libro de relatos, que si todo marcha bien verá la luz en el 2020. Es un proyecto en el que vengo trabajando desde hace unos dos años y en el que puedo decirte que a pesar de que cada relato tiene una vida independiente, todos tienen algún elemento que lo entrelazan, ya que el libro tiene una estructura que gira alrededor de tres palabras conectadas de manera triangular y que de una u otra manera alguna vez todos hemos vivido y sobrevivido.

 

GRACIAS JUAN ANTONIO GONZÁLEZ RUIZ-HENESTROSA, por tu amabilidad y simpatía con nosotros a la hora de realizar esta entrevista.

Mara Marley, para desafiosliterarios.com

2019