Semillas germinaron dentro de mí,

arraigaron en mis entrañas,

se animaron, cobraron vida,

entidad propia;

y a nuestra imagen y semejanza,

se transformaron en promesas de futuro,

palpables, reales y cotidianas.

Tan fácil, tan increíble.

¡Qué gran milagro!

Repetido siempre hasta el infinito

pero, siempre, sorprendente.

¿Hay algo qué nos acerque más

a los dioses que el ser padres?

Sin embargo, a pesar de ser capaces

de crear vida a partir de nuestra vida,

no somos capaces de mover los hilos.