¿Alguna vez se han fijado en las orejas….? Hasta hoy no me había dado cuenta de lo estéticamente diferentes que hace las caras de las personas. Recuerdo que de niña solía dibujar unas caras redondas, con ojos grandes  risueños, pestañas largas, bocas pequeñas y narices chatas. Era moda presentar a niños mofletudos y sonrosados, con el pelo ondulado y sonrisa tierna, pero jamás le puse orejas a esas imágenes. ¿Por qué no lo hacía…? No lo se. Las postales  que me inspiraban no las tenían. Eran niñas y niños sordos con caritas perfectas, donde esos adminículos sobraban ya que estropeaban la armonía del conjunto.

Ese apéndice que sobresale a cada lado de nuestra cabeza y de la mayoría de los mamíferos (no se si habrá alguno sin ellas, las ballenas quizá) son sumamente importantes para defendernos en este mundo hostil que es nuestro planeta. Sin ellas, no podríamos escuchar el sonido de los peligros que nos acechan nada más pisar la calle cuando salimos de casa. El claxon de los coches, las ruedas de un patinete tras nosotros, el timbre de una bici que se nos echa encima  o el bip…bip… del despertador para llegar a tiempo al trabajo.

Según dicen las orejas están formadas por cartílago, una especie de hueso blando cuya flexibilidad posibilita movimiento y orientación en el espacio para captar mejor  las ondas sonoras que viajan por el aire. Éstas llegan al pabellón auditivo que las conduce hacia el tímpano una membrana vibratoria que traspasa su movimiento a unos  huesecillos insertados en la cabeza y que tienen nombres muy originales, martillo, yunque y estribo. Esto me suena a herreros y caballos, pero en fin, los que saben los habrán nombrado así por algún motivo. Creo que después una especie de caracol conecta con los nervios del cerebro y se produce el milagro de escuchar una canción bellísima o el grito más escalofriante.

En mi observación he comprobado que hay infinitas formas orejiles, sin salirnos del mundo de los humanos: grandes, pequeñas, picudas, chatas, de soplillo, alargadas, redondas….. la lista es infinita y aún mucho más en el reino animal. En éste se dispara y va desde las enormes orejas del elefante, que usa como abanicos refrescantes además de, la función para las que han sido creadas, hasta las del más pequeño roedor que se escabulle en su madriguera cuando escucha con sus diminutas orejas el menor síntoma de peligro.

¿Se han fijado en los dibujos que hacen los que son contactados por extraterrestres….? No tienen orejas. ¿Será una constante en el Universo los seres inteligentes sordos…? Quizá sea una forma avanzada de seres vivos que no necesitan estos aditamentos, lo que me lleva a pensar que mientras más inteligentes seamos, menos necesitaremos las orejas. Esto plantea un problema para los miopes como yo. ¿Dónde vamos a colocarnos las patillas de las gafas…?

Puede parecer una tontería aunque en realidad no es así. La ciencia avanza cada vez más rápido y puede que, en unos años los humanos nos podamos comunicar telepáticamente por lo que ya no necesitaremos este miembro superfluo que afea bastante nuestra fisonomía.  Y pregunto de nuevo ¿donde nos colocaremos las gafas para que no se caigan…? Me temo que esta pregunta sin respuesta  va a quitarme el sueño esta noche. o quizá  se me ocurrirá alguna forma de solucionarlo y patentar el invento. Mis historias nocturnas a veces dan para mucho. Lástima que la mayoría de los sueños se me olvida al despertar y lo que parecía una historia muy interesante se queda en cuatro tonterías como lo que acabo de decir aunque la cosa tiene “tela” porque… ¿En qué categoría clasificarían sus orejas? ¿Se las han mirado bien en el espejo?

Que mi pregunta no les quite el sueño.

¡Buenas noches!