La Rosa y el Sapo
No quieras de las rosas
sólo su color
– dijo el Sol a un gran Sapo
que saltó de la charca
y se queja expresó
al intentar cogerla
sin respetarla por dentro,
ni pedir su opinión.
Si aceptas el aroma
de la rosa,
y admiras su textura,
si de sus pétalos ,
su perfección
y su aterciopelado brillo
atesoras como belleza,
tendrás que arriesgar
a pensar y dejar
que su defensa
sea ,la que decida
qué mano será quien
tenga la dicha,
de coger su talle,
sin quedarte sin medida.
Nada podrás obtener
de no aceptar también
aquello que no quisiste
al conocer que tu rosa
también tiene espinas
y no será jamás
de tu propiedad.
Aceptarás que para cuidarla
no podrás robar
su manera de ser,
ni su esencia vender
o aplastar su voz.
Porque cada uno tiene
su espacio y su modo de vida,
la cantidad necesaria de calor
su forma de apagar la sed,
mojando solo los labios
o lanzándose a la charca.
Así explicó el Sol
cómo respetar la libertad
de cada rosa al Sapo herido.
Mar Maestro

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