No me es nada sencillo el ofrecer condolencias o brindar palabras de aliento ante el quebrando provocado por la muerte. El pretender creer en complejidades del más allá no es tan trascendental cuando tan terrible visitante ya te ha hablado al oído y acariciado la piel. Tu concepción del mundo y de la vida se altera irremediablemente. Creo que justo ahora me está susurrando al oído, otra vez.