Regresaba a casa tras su rutina laboral del viernes y al atravesar su jardín observa una bella perrita bichón frisé muy elegante, portando en su cuello una bufanda, brazalete de perlas en sus patas delanteras que hacen juego con un bello lazo ladeado en su cabeza. La atracción fue instantánea, la llamó y la perra acudió a ella, la cargó, percatándose de un rico olor, se notaba que la perrita más que bien cuidada, estaba muy consentida. Observó que debajo de la bufanda había una plaquita impreso la palabra Aysha. <> ―pensó― entre tanto la Aysha le lamía la cara. Decide ingresar a su casa para dejar su cartera y darle de beber a la perrita.
Le sirve agua y se sienta a contemplarla. <>―se dijo―. Piensa en quitarse los zapatos de tacón y colocarse zapatillas y para su sorpresa Aysha deja de tomar agua, ingresa al cuarto y sale con sus zapatillas. Sorprendida, toma a Aysha y la coloca en sus piernas. Queriendo probar si lo sucedido es una coincidencia, piensa en las llaves dejadas sobre la mesita de entrada al lado de su cartera y Aysha se baja de sus piernas, coge las llaves y se las lleva. A pesar de estar maravillada y encantada con Aysha piensa en sus dueños por lo que decide colocarse ropa más ligera y recorrer las casas vecinas para tratar de dar con la casa de la que se escapó.
Habiendo recorrido toda la manzana sin éxito en su actividad, decide fotografiar a Aysha, publicarla en las redes sociales y colocarla en postes y locales comerciales del sector para hacer del conocimiento de sus dueños de que ella la tiene y podérsela regresar.
Pasó el día sábado jugando con Aysha y experimentando como la hermosa perrita realizaba las actividades que ella ameritaba y pensaba.
A la noche tocan a su puerta y al abrir tiene en frente un hombre muy apuesto y elegantemente vestido. ―Buenas noches ―dice el hombre― me han indicado que usted tiene a mi preciosa Aysha―. Un tanto triste porque finalmente debía devolver a la perrita con la que había logrado una insólita conexión, le extiende la mano al visitante: ―Si, me alegro que haya venido, con lo bien mimada y cuidada que está es seguro que es muy amada y quería devolvérsela a su dueña o dueño―. El hombre estrecha su mano y le dice: ―Jhoan es mi nombre. ―Dilcia el mío ―responde ella―. ―Por favor pase y tome asiento― ofrece ella entre tanto gira su cabeza buscando a Aysha. El hombre ingresa y ella con la mano le ofrece asiento. Él se sienta y ella llama a la perrita para que acuda hasta donde está. Extrañada porque la perrita no aparece, le solicita a Jhoan que aguarde un momento para ver donde se metió Aysha. Se asoma a la cocina y no la ve, se dirige al estudio con el mismo resultado, se acerca al cuarto y se inclina bajo la cama sin rastros de la perrita, al incorporase es sujetada con violencia por el cuello y ve cuando un filoso cuchillo le es colocado en su garganta. ―Si gritas te degolló― le dice Jhoan entre tanto la alza y lleva hasta la cama.
Consternada y con la vista nublada por las lágrimas no puede dar crédito a la desgracia que se le encimaba como una negra injusticia. Con voz ahogada le pide a Jhoan que no la lastime y éste con cinismo le dice que si coopera nada le pasará. Comienza a atarla a la baranda de la cama, luego le arranca la bata como sus prendas íntimas, cierra los ojos y se concentra en un pensamiento que, aunque absurdo, era su última esperanza. Cuando se está desvistiendo para proceder con lo que ya ella suponía el verdadero motivo de su visita, escucha como grita adolorido y cae en el piso retorciéndose. Logra desatar los nudos de sus manos e incorporarse para observar a Johan retorcerse en el piso emanado sangre de su entrepierna y detrás de él, a Aysha con algo brotando sangre en su hocico. Rápidamente se incorpora, toma su bata, se la coloca y sale del cuarto seguida de Aysha. Le pide que suelte lo que lleva en su boca y la perrita obedece. Abre la puerta y comienza a gritar pidiendo ayuda. Varios vecinos salen y al enterarse de lo que acontece, algunos se regresan a sus casas, salen nuevamente armados y apuntan al agresor hasta la llegada de la policía.
Ya en el departamento de la policía rindiendo declaración de lo sucedido, le informan que es un agresor sexual serial que asediaba mujeres solitarias y a través de mascotas lograba el acercamiento para después cometer sus fechorías. Ella pregunta si se podría quedar con la perrita y la policía le informa que no ve ningún problema sobre todo, porque es su heroína. Ella se le queda viendo al oficial pensado: <>.
Luis Duque
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Imagen tomada de la Red.
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