No entiendo las razones, aunque por segundos pareciera lo contrario. Insisto en detenerme ante el espejo y ver ese reflejo que se consume en el tiempo, resguardando una pléyade de aspiraciones descarriadas y contradictorias. Es la vida que se diluye como el agua entre los dedos, el tiempo que hace sucumbir el alma, pareciendo arrebatarle hasta su capacidad de trascender.