El mar lo llamó antes de tiempo

Mi brazo no alcanzó más que para acompañar
sus últimos y forzados pasos

Ese mar que con su aire salado lo cobijó
durante la mitad de su vida

Prefiero creer que la eternidad lo encuentra 
en ese mar, en esa arena donde con sus pasos 
sostuvo los míos cuando ni siquiera sabía caminar
 
Ahora la distancia me trajo 
claridad, tranquilidad y su recuerdo dulce

No puedo evitar la sonrisa con ojos empañados 
cada vez que su imagen y su voz regresan a mí

Hoy pienso que llevo algo de él en mí cuando escribo, 
porque él supo escribir sus propios versos 
sueltos en papeles de mandados y en cuadernos 

Quiero creer que el mar se lo llevó temprano 
para regresarlo a su inmenso jardín 
lleno de flores, frutas y verduras, 
el mismo que al principio no era más 
que un rejunte de yuyos 
y que más tarde se convirtió 
en su hogar de la costa

Ayer encontré sus fotos 
y estaba exacto a la imagen del recuerdo 

Él estaba igual que en mi corazón, 
con su boina y sus ojos chiquititos, 
tan chiquitos como su contextura

Ahí estaba con su inigualable y eterna sonrisa

Si pienso en él ahí están sus gritos 
en su “castellano italianizado”, 
sus manos algo arrugadas 
y sus canciones que aún aquí y ahora 
puedo reproducir casi de memoria

Mi brazo pudo no haber alcanzado 
para que pudiera seguir caminando cansado,
pero mi ternura antes de su partida 
y las oraciones de ella -su amor- 
seguro alcanzaron para que partiera en paz

Y con lágrimas en los ojos me despedí 
de ese hogar de mar antes y después de dejarlo físicamente, 
porque él ya no estaba entre nosotros 
y porque esa sería la última vez, 
después de toda una vida allí 

Y con una sonrisa de gratitud 
y ojos aguados es que lo recordaré 
mañana y pasado también.