Sólo llevamos un par de días de confinamiento obligatorio. Y pasan ligeros. Entre la avalancha de mensajes y las noticias, las horas vuelan.

Y estamos, creo que la mayoría, con el ánimo elevado. Pero esto sólo es el inicio.

Vendrán muchos días y vendrán semanas; quizá meses… Y nos costará mantenernos no ya con el ánimo alto sino con ánimos.

Porque esto no es una carrera de velocidad, esto es una auténtica maratón llena de obstáculos.

Hoy apenas pesa esa rutina de la que nos hemos liberado, hasta la agradecemos.

Pero pesará.

Habrá días en que necesitemos el contacto físico, un apretón de manos, un abrazo (¿qué sería de la vida sin abrazos?), la sonrisa de un amigo, esa cara habitual que hemos dejado de ver. Y no podremos. No nos dejarán. No deberemos.

Habrá días en que esto parecerá un sueño, una película de catástrofes o una serie de zombies. O todo eso a la vez.

Quizá alguno de nosotros se contagie, quizá sea uno de los nuestros. Entonces, sabremos lo que de verdad es el miedo. Porque, al igual que los toros, no es lo mismo verlos desde la barrera que vernos obligados a torearlos.

Y recordaremos con asombro las veces que nos quejamos por chorradas.

Quizá. O quizá no.

No hay certeza de nada. Esto sí que es una gran lección: aprender a vivir en la completa incertidumbre. Tomémoslo como un regalo.

Somos seres sociales, no podemos evitarlo. Y seres de costumbres, a las que nos aferramos en momentos de zozobra. Ahora ni siquiera tenemos eso.

Afuera hay silencio. Chirría. Pero sé que hay un poquito de cada uno en cada calle y cada esquina.

¿Sabes que es lo mejor de todo? Que somos absolutamente iguales unos a otros. El mismo miedo y la misma soledad. Porque si llegase el aislamiento, el de verdad, no habría nadie a nuestro lado. Nadie más. Del rey abajo, todos seríamos igual.

Estamos solos, sí; pero estamos todos juntos en esto. Como los mosqueteros.

Este virus y esta crisis han venido a recordarnos nuestra vulnerabilidad. Nuestra indefensión. Y lo mejor, lo único, que podemos hacer es NADA.

Cuánto antes los aceptemos, quizá antes se vayan.

Todo pasa y esto también pasará.
Y estoy segura que hasta recordaremos momentos grandiosos.

Cuídate mucho.

Un abrazo virtual.