Esa mirada la extraño, esa sonrisa y voz. Las tuve por muy poco, sin embargo, pareció eterno. A veces las sueño más que simplemente recordarlas; son vestigios indelebles de su presencia. Sé – y no lo discuto – que mías no pueden ser, sé que no las debo desear y mucho menos podré poseer. No sé si el camino me permitirá volver a tenerlas, así sea por muy poco; aunque después, nuevamente, tal audacia termine por parecerme eterna.