XXIV

Bailaron de noche las palabras en sus manos
hasta lograr que esa lágrima fuera un poema,
había recorrido una vida cubierta de asfalto,
prisionera de sumisión, corazón y pena.
Pero ese día despertó con las manos llenas,
se llenó el vientre de voces y de alientos,
voló movida por impulsos gigantescos,
y supo que la esperanza jamás se entrega.
Ya no van al sumidero sus sentimientos,
ya poco le importa a quien detrás deja
olvidándose de temores y fingimientos
solo acariciada por el viento de sus letras.

27enero2018