Reacomodando el desván en que se han ido acumulando a lo largo del tiempo tiliches y trebejos. Encontré cosas que son prácticamente inútiles (Pues la tecnología ha hecho lo suyo) desde vestimenta de la abuela hasta zapatos pasados de moda, también bisutería que no recordaba que existiera – Mucho menos utilizara-.

Cuadros con personajes que son totalmente desconocidos, lámparas, cajas, fotografías, algunos artículos escolares que mis hermanos debieron olvidar durante las tardes que subían a jugar.
De las paredes color violeta cuelgan paisajes que muestran memorias de tiempos remotos, recuerdos de un pasado inexistente hasta hace un par de horas.

Entre las cajas llenas de cuentos, revistas, libros, adornos, retazos de tela y frascos diversos, me he encontrado con una figura especial, que conozco,

De pronto veo una mirada fija, del color del caramelo. Llegan mil imágenes al pensamiento y siento algo parecido a la alegría envuelta en nostalgia. Un poco maltrecha y con alguna mancha de hollín causada por el tiempo y el abandono encuentro una muñeca.

¡Mi primera muñeca! ¡La compañera de mi infancia y adolescencia!

Tome entre mis manos ese hermoso tesoro, observe cada detalle de su cara. Aún tenía la sonrisa con que solía recibirme cada que regresaba de la escuela. Y entonces, se desbordaron los recuerdos de una niñez llena de juegos y travesuras.

Fue regresar el tiempo, observar desde otra perspectiva la infancia.- ¿Recuerdas aquella ocasión en que hurtamos galletas para alimentar a un perro callejero? ¿El día que nos regañaron por romper la maceta favorita de mi abuela? ¡Cuánto gusto te daba que llegara de la escuela para practicar peinados en tu cabello rojizo! ¡Y aquella ocasión cuando nos fugamos para vivir en un parque cercano! La aventura duró apenas unas horas, pues al llegar la noche estábamos acurrucadas en la cama.
Cuando la abuela partió al cielo, me acompañaste y enjugaste mis lágrimas mientras me observabas con mirada tierna como diciendo- ¡Siempre estará contigo!

¡Qué curioso! hoy se porque las muñecas son las mejores amigas de la infancia. Saben guardar secretos, sonríen y se dejan tomar en brazos. Nos ponen atención y nos consuelan en nuestros errores sin cuestionarnos.

¡Hay tanto que aprender de ellas!
No sé, quizás debemos comenzar por escuchar sin cuestionar, sonreír ante las adversidades, mirar con calidez a nuestros semejantes, ser leales y silenciosos con los secretos que nos confían…algo parecido a mi muñeca.

Claudia Santillán Velázquez.