Liberación al no tenerte en mi sufrir.
Al buscarte donde mis recuerdos reposan inertes.
Liberación al advertir cómo mi sangre hierve y llora.
Al contemplar tu rostro mientras me hundo en paranoias estériles.
Liberación al sentir mis ojos libres de miradas condescendientes.
Al notarte cerca, al creer que mis dedos pueden tocarte en la ausencia.
Liberación al desunir, al resguardarme de lujurias y deleites,
al escapar de tu sonrisa gris, de esas negras nubes que posaste sobre mí.
Liberación al florecer y sentirme pobre, mendigo del deseo y el mentir.
Al advertir que nada volverá a ser como antes.
Liberación al dejarte de querer;
libre al ver cómo se nos escapa el porvenir.