A lo largo de los años

hice cosas sin sentido:

he subido a las alturas

donde el viento me llevara

y he curvado hacia la tierra

el cuerpo, que esperaba.

Abrí la puerta y he salido

sin tener adónde ir.

Caminé sabiendo:

sólo se puede volver.

Escribí bastante y luego nada;

me perdí oyendo. Mientras tanto,

hablé mucho, hablé poco…

y luego callé, para respirar.

He mirado relojes y espejos.

Hasta he conversado

con sombras y reflejos…

Mientras las horas pasaban.

Me he asomado por cientos

de ventanas, sin ver nada.

Y sin mirar,

también intenté ver.

He gritado sin abrir la boca.

Y, otra vez, he pedido

al viento que soplara

y a la tierra que esperara,

sólo para volver a empezar.