Ahora que todo se ha acabado sabrás
que lo que te dije era cierto. Que echarás de menos mi melena al viento
pero encontrarás un cabello mejor.
Ahora que todo se ha acabado
volverás a las andadas,
a seducir hasta a las monjas y a rellenar hojas de papel de alguna tinta especial que se haga invisible cuando la gente lo lea.
Volverás a robar corazones, a conquistar nuevos planetas en los cielos de otras bocas
y a besar a locas que jamás serán cuerdas que te puedan atar a la rutina. Volverás a los sitios donde nunca estuvimos
pero que prometimos visitar. Dejarás besos entre los arcos de medio punto, caricias en las catedrales góticas
y susurros de papel en los puentes romanos.
Dejarás todo de lado para volver a ser el canalla de la infancia,
para romper nuevas ilusiones
y evitar que alguna sonrisa muera si no es en el filo tus labios,
al borde de mi paciencia. Querrás que nadie sepa que lo que digo es cierto,
querrás evitar a toda costa que alguien me rompa la ropa por el pasillo donde reposan tus cuadros, aquellos que pintabas en Levante mientras el sol se ponía y provocaba ese efecto en tu sonrisa.

Me hiciste sentir lo que ni Neruda ha escrito.
No me cansaba de hablar de primaveras cuando me sumergía en océanos helados de cabeza.
Y, sin permiso, entraste en mi vida para dolerme en los pulmones.
Para quitarme todo el aire que había en ellos y convertirme en asmática.
Se me hincharon tanto las vías que ni el oxígeno que decías darme me entraba. Me compadezco de ellos porque cada día se van poniendo más negros y no a causa del tabaco.
Tus subrepticias miradas te delataban.
Eres como el perro del hortelano que ni besa ni deja besar.
Has ido acabando con cada órgano sigilosamente, como la canción que seguía Agatha Christie en los Diez Negritos que anticipaba lo que iba a ocurrir.
Y nadie me salvó.
Me ahogué.
Me creía algún personaje de Cumbres Borrascosas.
No quería decirlo pero me jodiste de la manera más perfecta que se puede joder a alguien.
Fue una obra de arte sublime que se iba deteriorando con el paso de las desilusiones.
Buscaste la caja fuerte de mi cuerpo y disparaste sin piedad.
La abriste y me robaste. Pero, cariño, no contabas con que tengo el corazón asegurado a todo riesgo.