No fue al irme a dormir, fue al despertar. No fue el mismo día que me fui sino cuando que me di cuenta que no habías vuelto. Yo misma me construí una muralla para estar preparada, lista para una huida a toda prisa sin más preámbulo que el echar a correr.

Te merecías una respuesta, porque a pesar de que no se me dé bien el punto y final, este punto y coma me ha dejado en ascuas, supongo que en la misma situación en la que te quedaste tú. Sin embargo, todo son breves conjeturas, comparaciones que no debería hacer porque ni tú sabes que siento ahora ni yo qué sentiste ayer. Quizás un golpe de puerta y un silencio demasiado eterno, como si el día y la noche se juntaran, pero eso no importara demasiado.

Han pasado casi cuatro meses y este es el primer lunes sin ti. No es la primera vez que esta soledad me golpea más tarde de lo esperado, será porque yo también envejezco y aunque digan que el tiempo te hace fuerte, a veces no es más que un eufemismo para no hacer frente al dolor; un dolor que se ha acostumbrado a vivir en mis bolsillos desde hoy y no sé hasta cuándo.

Quizás siento culpa más que melancolía, pero me pregunto porque llama ahora a mi puerta después de tanto tiempo. Luego yo misma me respondo que el corazón no tiene una mirilla para ver quien le querrá visitar hoy, así que cojo las llaves de cualquier puerta desde la que se pueda ver algún recoveco de mi alma y las lanzo a no sé cual lugar.

Quisiera hablarte, decirte que te echo de menos, pero solo estaría mintiendo una vez más, mintiéndome a mí y mintiéndote a ti, por no haber sido capaz antes y culparme por no serlo ahora, pero sí darme cuenta de ello. Ojalá aprendiésemos al momento, así como cuando te cortas o te golpeas; no existe un medio corte o un medio golpe, en cambio, existe mucho tiempo hasta que una herida llegue a sanar.

Algún día te querrán como te mereces, alguien que no seré yo. Hoy ha sido el primer día sin mí, porque no he dejado de pensar en cómo estarías sin mirarme una sola vez al espejo y preguntarme: “¿Cómo estás tú?”.

Este es el primer lunes sin mí, ni sin ti y sin nada de nosotros, pues yo misma así lo decidí, con una frialdad que, aunque quiera negar, supe que algún día se convertiría en humo, en agua hirviendo en mis sienes, en recuerdos a fuego lento de esos que te hacen mudar la piel. Al final, has sido tú más fuerte que yo, que no te fuiste, que aguantaste y hasta cuando te eché, respetaste mis palabras; mi punto y coma que hoy he tenido que transformar en un punto y final, pero con la certeza que hoy es lunes y no será nunca domingo.