A menudo, una mañana es un día, 500 horas a toda prisa.

En un instante, contemplo a la nada

Y no espero nada, de nada.

Otras veces mudo de piel,

Me estremezco entre las sabanas,

Y oigo el viento de tu pelo.

Demasiado cansada para tanta vida.

Ávida de ella,

Incauta en sus esquinas.

Suerte o azar: mentiras…

El tiempo trabaja solo,

Bajo los pies

y en el borde de nuestros ojos.

El tiempo, el tempo, el compás…

Que atadura más injusta…

Y qué cárcel esta mía.

Suerte del vagar de las ideas,

 Que a veces bajan a verme a las mazmorras.

El pitido del corazón a deshoras…

La esperanza de vivir sin prisas

y con algo de demora…

Pero a menudo, una mañana es un día, 500 horas a toda prisa.

En un instante, contemplo a la nada

Y no espero nada, de nada.

Otras veces mudo de piel,

Me estremezco entre las sabanas,

Y oigo el viento de tu pelo.