(VI)

Quemaré mi pasión, 

cada sueño y latido,

con estas manos que tiemblan 

por no poder rozarte.

Quemaré estos segundos eternos

que nos separan como un muro

para curarme con las llamas

que tu cama me regala.

Quemaré estos poemas 

en el horizonte de tu recuerdo,

en el eco de tu risa,

en la cueva de tu vientre,

para ser humo y cenizas

que acaricien tu piel.