Quise ser brisa de tu despertar

indultado por la madrugada

y el silencio de este atardecer

que vacía de flores el jarrón.

Me vi niño en mis arrugas,

con mis rodillas sangrando,

pero tu boca se fugaba de la mía 

como el corazón juega a atrasarse.

Cambié lecho por olas

caricias por espuma y sal,

pero mi sueños eran de papel

con relojes sin manecillas.

Acabé desnudo ante el espejo,

enterrando el futuro en la almohada,

pariendo  poemas inacabados 

y aplaudiendo el latido que vive en mí.


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