Se abre a la vida

rizada de olas,

al fondo, gaviotas;

al costado, la montaña.

Solo con Bahia 

sitian su nombre,

solo desde la lejanía 

sé cuanto escondes.

Eres mi sueño aplazado,

un jardín entre bosques,

el futuro de mi pasado 

latidos en mi piel grabados.

En tus finas playas 

se quedan mis ojos

pero no están solos

sirenas me acompañan

entre tanta roca varada

de mi tembloroso mañana.

Nada más se puede querer

cuando desde mis entrañas 

sale el aullido de Santander.

 ( Estrofas cautivas, XI)