Busqué la belleza entre esas sábanas mojadas de tu cama fría
por ausencias repetidas.
Que tú querías y yo no tenía planeado rendirme ante tu espiral de besos.
Busqué la belleza y la encontré en algún lugar de la selva.
Donde los niños juegan, donde tú y yo nos besamos delante de cualquiera y esa pareja se acuesta sobre la hierba.

Busqué la belleza y la encontré donde menos te imaginas.
En tus defectos.
Esos que me vuelven loca.
Como ese preciso momento en el que me miras cuando pasa un estrella fugaz, te aviso y me dices que te da igual porque estabas observando algo mejor. Que me mientes, que dices que tengo el pelo perfecto cuando sé de sobra que está completamente despeinado.
Que dices que no tengo ojeras cuando no hemos dormido en toda la noche, rendidos el uno frente al otro.
Que desayunas desnudo y con un calcetín de cada color.
Que pones la radio a todo volumen y bailamos mientras se prepara la comida, o al menos, en verano, cuando coincidimos.

Me gusta cuando te sientas en el sofá y en vez de encender la tele pones a Sabina y te llenas la cara de helado de chocolate
Busqué la belleza y te encontré en ella.
Que nos hallamos.
Que nos conocimos.
Que vimos nuestros defectos.
Y ahora me gustas así.
Con eso, con tus besos y más.