Esperaba que abril volviera
generoso a mis cuadernos
con la esperanza renovada
y sus ventanas de calor.
Entró como quien camina
con la cadencia del alma
y la presteza de una edad sabia,
la insolencia de la verdad a cuestas
y la certeza de sus amaneceres
anticipando la belleza de las camelinas
y la algarabía que traen las golondrinas.
Volvió cargado de proyectos en ciernes
y un viejo deseo de playa y sol.
Traía versos entre sus pasos
lienzos en la memoria para pintar
trazos de vida para el futuro
cicatrices de un amor que no cuajó
miradas y recuerdos maduros
cantos de un pájaro sin ocaso
alas y sueños, crecidos sin apuros.
Abril volvió de la mano de sus pinceles
para iluminar los horizontes oscuros
con una inédita verbena de luz
y una paleta de colores en desliz.
Y las notas de una guitarra solitaria
que por convicción dejó de ser aprendiz
inundó generosa, sin quejas intramuros
el vacío que hacía tiempo moría de nostalgia.