El cuento que nadie sabe…
Tiene con nosotros más de Cien años de soledades.

El tiempo que fue,
el que es y el que será;
vive huérfano de un Dios piadoso.
Y sabe el aire, que nadie sabe…
Ni Alfonso “El Sabio”,
ni el Príncipe destronado,
mucho menos, Francisco “El Rabioso”
-Franco descalabro o avieso deterioro-
del tigre heredado que se aloja entre mis ojos.
Y el Papa lo bendice con lágrimas que lloro.

-El verso que ladro debería hacer mutis por el foro-
Y este bestiario indomesticable, de purísima y oro
debería irse por lo bajo a rumiar con los toros.

No lo sospecha Sancho, ni lo imagina Erasmo,
A Maquiavelo “le viene guango”
que no lo sepa el Quijote,
ni tampoco el último Rey moro…
Lo pasó por alto un tal Judas Iscariote…
El palomar alborotado que vive en mi pecho,
es mi apuesta, mi indulto, mi tesoro y mi acicate.

Primavera polvorienta de polen, virus y lamentos,
fuego sin remilgos, que nos quema con su aliento,
-evocación que despierto si invoco tu recuerdo –
Ni los dragones más fieros eran tan blasfemos.
Deuda irrespirable con la cuota de los muertos.

No lo poetizó Machado, Ovidio, ni Neruda…
Borges laberíntico no lo tenía en su inventario.
Y yo, insolente; quiero contarte un cuento perdido.
No lo imaginó Poe, no lo patentó Disney, ni Cernuda.
No sé qué fieras ni que miedos habitarán el olvido…
No sé qué frío, qué cóleras, qué mierdas, qué dudas…

No sé, no sé…
Pero sé, bien que sé…
que los cuentos son más, si cuento con tu contar
porque tú sabes que cuentas conmigo, sin más.

No sé que haría, sin el verso que abrevo de tu cuenco,
sin las alas de tu cielo, sin los azahares de su cuerpo.
Sin tu tabla que me salva de la rabia y el hastío,
me perdería, umbrío, maldito, proscrito, vacío.

Sé que mudar al alma cuesta corazón y lágrimas,
así que admito, lo bien que está saberla contigo.
Sin prisas que el futuro tarda lo que la esperanza.
Y aunque se asoma iracundo, lo espero pacífico,
con la letra de una canción que no tiene alarmas.
Porque los tiempos sin ti no tienen vida ni gloria,
pasan sin pena…
Y apenas se vislumbra lo turbio de esta historia.
Unos en el canto, animando la trinchera ajena
otros en el llanto y muchos en la línea divisoria.

Así que, a ustedes, a ti, que habitas en el saber…
Y yo que rondo arrabales del desconocimiento,
dejen que les cuente El cuento del desasosiego…

Un vaivén de alas rumorea por el cielo,
hordas de ángeles con aliento negro
vienen a quedarse por un tiempo.
vuelos de duelo entre los enfermos.
Nos abaten los vértigos del pensamiento.
Los esfuerzos por la esperanza y su latido;
sin esencia, sin soporte…mueren sin sustento.
Unas manos apretadas se aferran al consuelo,
trasmiten confianza, medican con su velo,
desolado escenario de los débiles y los viejos,
se atora la vida entre espesuras y complejos,
espinas en las sienes y abrojos de alimento.
Y unos ojos tristes anuncian el amor en duelo,
nomeolvides, desapriétameelnudodelpecho.
Desierto de palabras que se alzan sin sosiego,
una selva sin su fauna es el yermo donde muero.

Murmuran las hojas el dolor del viento
otrora exhalaban silbos de nostalgias
ahora propagan temores, iras y miedos,
que se trasmiten raudos entre voces sin ecos,
se extiende la pena, se añeja el silencio.
Un trajín de besos vaga por los cuerpos
nos yergue la sangre y agita los sueños,
que se amen los mansos como Dios manda:
Con el alma desnuda y los besos fieros.
Que nadie abate la vida si te tengo.
Deja niña que mi cuento venza al duelo,
deja también que enarbole tu recuerdo,
y evoque en la memoria de otro tiempo
nostalgias caídas en este torpe intento,
que soñó aquí y allende el mar
o en un rincón austral
llegar contigo lejos…
Encontrar la locura perdida en lo oscuro,
guardar tus gestos en la cara del espejo.
Y consumir la vida consumida sin futuro
en los confines que se van quedando secos.