( A Mara Marley )

Plaza Sol. Kilómetro 0+000
Inicio del viaje, transfiguración del vuelo,
dejo atrás mis lares por otros nuevos,
abordo el ultraje de los sueños de otro reino.
Se apresta mi pluma para preñarse de versos.
Un boleto con pasaje a confines eternos.
El Oso nos mira, mientras abraza a su madroño,
antes de su deshojo por los efectos del tiempo.
Lo saludo con un guiño y un gesto fraterno,
me ha confiado sus planes para este otoño.
Y dice: Tendré mullido el lecho para el próximo invierno.

Yo oculto a Mara, de sus ojos aviesos,
que no pasó inadvertida entre tanto ajetreo.
¡Tamaño mujerona!…(Como dijera mi viejo)
Por su estatura, por su valor, cadencia y meneo,
abriendo estelas en los adoquines del desasosiego.

Fiel a su blasones, escucha canciones
de sueños al vuelo, y la Musa es excusa
de planes en ciernes para el Oso en celo.
No importa si es viernes o lunes,
día festivo, de guardar o asueto,
él sueña, a la dueña del calor, en su lecho.

Mi brazo la arropa como afluente del Ebro
que cuida a la madre que vela en el cielo.
La catedral más hermosa es pobre versus su pecho.
Na’ que ver la Giralda, la del Pilar, las de Barcelona
O la de su Granada; a la que canta en silencio.
¡Ya quisiera la Almudena, tener su gracia sin duelo!
Si la noche más bella tiene celos de sus destellos.

Hay musas al por mayor
que salen a mares del metro,
pero ésta; Oso Mayor, vale las tierras del reino.
Los cotos de caza menor
son para el Rey y su abuelo.
Brotan mariposas y vértigos del subsuelo
La oruga transfigura sus pasos en vuelo.

Le ofrezco al Oso un trueque que le sacuda el deseo.
Mil mariposas por la luciérnaga que ilumina tu cielo.
Pero no peca de inocente, y defendiéndose
tira zarpazos y dice: ¡Miles! ¡¡joder!!
¡¡¡Miles!!! Hay en la la Gran Vía
En las filas de los museos
En la Calle de los entuertos
En los Arrabales de las cercanías
En la Carrera de los desprecios
En las Puertas de los destierros
En las Plazas del desacierto.
Y viven su rutina con el pecho desierto,
exprimiendo el día y las penas sin receso.

No es capricho ni letanía…
¡Quiero a la Musa de la luz en el pecho!
Esa luz que emana por su sonrisa, y descongela los huesos.
El Oso no se rinde y muestra sus garras de guerrero.
Cubro los hombros de Mara…
Y me dispongo para el combate más fiero,
empuño mi lanza, me golpeo en el pecho,
¡ruge el tigre que habita mi ceño!
El Oso se yergue, no me tiene miedo.
A lo lejos, lo distrae una guitarra,
Yo reconozco los versos.
“Una de las dos Españas…
ha de helarte el corazón”.
Ojalá, que después de vencer al Oso
Y me vaya de estos lares, la guarde Dios.
(Estos huesos ralos, con pata de perro
mañana se irán a la Mancha, tras viejos senderos,
soy trashumante que vive sus sueños).

Abrazo a Mara y atino a decirle;
sincero y solidario…”No quisiera soltarte”
Me lleno de su luz, me cuelgo de su aliento,
cierro los ojos para guardar el momento,
como cuando me crece el corazón
cuando leo sus cuentos, sus historias de amor,
sus relatos de fuego, el Oso tiene razón.
Sabedor que vale en oro, lo que su peso.
…¡Vuelve a la carga, fustiga al viento!
Y yo, como Lanzarote dispuesto a defender el reino,
grito desafiándolo con la virtud que ostento.

¡Soy desafiante y este es mi reino!
¡Las guerreras del papel, los soldados de los sueños!
¡Sus princesas, sus juglares, sus relatos y sus cuentos!
¡Sus poetas olvidados, y otros tantos en destierro!
…El Oso se intimida y huye a su madriguera del metro,
gruñe sus resabios, se marcha en silencio…
No se expone a mi ley, es cuestión de tiempo…
Sabe que Mara volverá a rondar por sus fueros.
Y entonces, ya sin versero de por medio…
Él ganará, y tendrá quien descongele sus inviernos.

Photo by M.Peinado