Si de mi verso brotaran rayos
y de tus manos palomas
si con mis pasos marcara rumbo
y con tu aliento esperanzas
no perderíamos el sueño eterno
que abandonó las alas.
No olvidaría la lluvia generosa
a las semillas sabias,
a la encina la paloma
ni a la luna desvelada,
el cometa de la madrugada.
El olvido sería un recuerdo tibio
y no una dura marca,
estigma de fuego
rastrojo estéril y seco
que arde con las palabras.
Lloraría la tierra madre
en limpio parto de lágrimas
un cuenco lleno de savia.
Y tú y yo hartos de besos
volveríamos de la mano
por las sendas pardas
henchidos del pecho
sin la angustia amarga
con la sonrisa dulce
y la piel en celo
sin decirnos nada
con la huella breve
y la palabra parca
añorando chispas
convocando caricias
que prendieran brasas
y pidiendo al rayo que no cesara.