Hecho a imagen y semejanza de un Dios
el homo sapiens vive tuerto.
No encuentra salida de los laberintos zurdos.
La utopía se ha descarrilado.
¿O acaso cambió a derroteros costumbristas
en su negación de aceptar el sepulcro?
Y silenciosa florece en las mentes de los mansos,
El laberinto no es un acertijo del azar
resuelto en lance, a cara o cruz.
Hay caminos hostiles con lobos y rayos.
Si la vida recuperara la memoria perecedera
iría de visita con los muertos.
Y si sus pasos revolvieran la tierra
volverían del éxodo las golondrinas más tozudas,
para poblar los aleros sin huéspedes y en silencio.
Letras de canciones tristes y subversivas,
replicarían el vuelo de los cuervos.
Y la tierra vestida de poemas e incienso
seguiría palpitando sin lamentar el deshielo.
Con temores el tiempo entró en suspenso
y se extiende en un memorable gemido.
Mil voces nos muerden la conciencia,
¡dimisión a los ataques contra la tierra!
Hay necesidad impostergable de darle una tregua
ante una realidad que duele y no es ingenua.
Se descarrilan las utopías.
Y la palabra no encuentra poeta.