Los versos que orbitan alrededor del corazón

tienen ganas de salir desaforados por la tangente

una fuerza que gravita de manera permanente

los jala sin desgarro a las hogueras del pecado.

No despliegan ardides aviesos

ni pretenden subterfugios oscuros,

tampoco anhelan un cielo desangelado,

pero hay imanes suburbiales que parecen atractivos,

sótanos pintados con paisajes sugerentes

caminos que ofrecen flores y, suelen tener buena pinta.

Habría que advertirles, de la zona borrascosa

donde habitan musas desnudas y maduras,

como frutas en verano…

cielos de otoño,

hoguera en invierno,

sol de primavera,

con lunas en el pecho…

Y cantos de sirenas,

que seducen a cualquiera.

Y de lo doloroso que es despertar con un sueño,

sin apegos y sin quien compartirlo.

Hay batallas en el corazón que tenemos que perder

para ganar, aunque esto contradiga a los sensatos.

Cuando das palos de ciego a un blanco nublado

es el corazón el que está desenfocado.

Y los versos

no maduran,

no comulgan

no encienden

no descienden

siguen orbitando

la poesía los incita

y mueren orbitando.

Fallecen antes de nada.

lluvia de versos oxidados.

gatos en celo por los tejados

amantes solitarios que se extrañan

nudos en la garganta y poetas ahorcados.

Deambulan los besos en la noche como fantasmas.

Escapan sin remedio por los bordes estos versos parcos y desangelados…