Hoy más que nunca
me duele tu carne maltrecha,
tu dignidad pisoteada.
Me duele la estulticia,
la impunidad de la manada,
la injusta justicia
que, togada, dicta sentencia.
Hoy más que nunca
en la calle hay un grito
que clama por ti, por todas,
por devolvernos la dignidad
mil veces arrebatada
ayer, hoy, mañana…
Hoy más que nunca,
yo sí te creo, hermana.
Quien profana nuestro cuerpo
no puede hallar perdón.
Nos hicieron para el amor,
no para ser campo de batalla.
Porque no, es no
y si no hay sí, también es no.
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