Mi vida se había convertido en una total rutina: del trabajo, a la casa y de la casa a la oficina, mi circulo oscilaba entre las actividades con los niños y mi esposa. Para aislarme de todo necesitaba con urgencia un vuelco, un acontecimiento nuevo que me sacara de esta rutina que ya a todo le daba sabor a tedio. Y como si el universo respondiera a mi ruego, a la casa de al lado se mudó un chica, con una sensualidad y una exuberancia que sofocaba. En la animosidad de una aventura agucé mis armas de conquista para acceder al paréntesis que sentía requería mi vida. Me fui acercando de a poco como el vecino cordial que deseaba darle la bienvenida, hacer su estancia muy grata.
Sentía que mi barco navegaba a buen puerto debido a que todas mis acciones tenían acogida. Pero poco me duró la ilusión, mientras yo mostraba gala de cordialidad, sensualidad y erotismo, ella mostró un profundo interés por mi esposa y aunque tardé en percatarme de sus preferencias sexuales, ahora me encontraba con una rival amorosa de las filas femeninas. Y sí, mi rutina dio un vuelco, competía con las dotes de una dama para mantener el amor de mi adorada esposa. Y respondí al reto enfocándome en mi compañera sentimental como ni siquiera lo hice en los días mozos de mi juventud superando mi inventiva romántica.