El verano había terminado. Me acerqué a por la última nómina y fui a inscribirme en el paro. Así me paso la vida, acabando y empezando. Sin embargo en otoño los colores de la vida se cincelan languideciendo en armonía, siento, entonces, la nostalgia romántica como un elemento más de mi ser. El viento bambolea sus caderas azotando mi cara. Y, de pronto, barrunto que un rayo cruza por mi camino revitalizando de nuevo mi vida en tardes de lluvia cuando la luz se apaga, los árboles se desnudan dulcemente ante mis ojos, y las calles desfallecen de soledad.