Lo había esperado y planeado cuidadosamente desde la soledad de su llanto amargo, entre el verdor de sus bosques y purpuras montañas. El abuso y ultraje del cual había sido sujeto en la Volksschule, lo había marcado de por vida. Mantuvo esa agresión como una vergüenza, como una herida abierta que sacudía su violentado espíritu y alma de niño.
Su retraído comportamiento desde entonces entristeció su fantasía explosiva y desatada en su interacción con los otros pequeños traviesos como él. Calló, enmudeció, dejábase morir lentamente la llama de su interior que lo impulsaba a volar como las aves y los pájaros que describen y dibujan en el cielo trémulos reflejos de trazos de una libertad inmaculada, inocente y juguetona.
Débil, inseguro, temeroso hasta con el roce de una mirada casual y encontrada de un extraño. El valor y los sueños se iban también perdiendo y esfumando en el camino. La timidez y su miedo empezaban a limitar su capacidad de atreverse a cruzar aquel puente sostenido por las ilusiones, las ganas y alegrías de vivir.
Sir Antón Acherman descerrajó su arma y apuntó. Mantuvo la posición de su pistola apoyando el pulso tembloroso de su mano derecha con la firmeza de la otra mano esperando el momento preciso para apretar el gatillo y dar por acabada esa pesadilla que lo atormentada desde niño.
Un disparo sordo y seco acabaría con todo…
Sumido en su soledad inventaba el otro yo que le hubiera gustado ser: Fuerte, firme y decidido en la toma de decisiones, hábil e inteligente en los asuntos de planeamiento y estrategias, un aventurero en el amor, un viajero incansable…Un cazador de historias, un experto y conocedor del alma humana.
Tiembla el pulso de sus manos, sus dientes están apretados, y la vista está perdida en el infinito, humedecido por el manantial de sus lágrimas…
El valor de dar el tiro certero huye como el asustado Ibex alpino en plena cacería en el Cantón de Valais.
La belleza del lago maldito en la reserva natural de Derborence asume el trágico consuelo de su dolor, que por amor, lo dejaría morir entre el verdor de sus bosques y purpuras montañas.