Han detectado tres libros envenenados en la University Southern de Dinamarca. La noticia recuerda, inevitablemente, a la novela de Umberto Eco, ‘El Nombre de la Rosa’, donde un libro, concretamente el segundo tomo de la ‘Poética’ de Aristóteles, estaba detrás de la muerte de una pila de frailes de un monasterio benedictino del siglo XIV. Cuando se lamían los dedos para pasar página, caían fulminados, como moscas.

En la universidad danesa, afortunadamente, no se han registrado muertes tras consultar esos tres libros cubiertos por una sustancia tóxica. Al menos, no tienen constancia. La página web The Conversation desvela cómo un grupo de investigadores detectaron que esos viejos textos, del siglo XVI y XVII, presentaban una alta concentración de arsénico en sus portadas.

Si en la obra universal de Eco –que llegó a la gran pantalla seis años después- el protagonista Guillermo de Baskerville –un claro guiño al escritor Sir Arthur Conan Doyle y su archiconocido Sherlock Holmes- destacaba por aplicar el método científico a su investigación; los responsables de este descubrimiento han empleado la más alta tecnología: “Las cualidades venenosas de estos libros se detectaron mediante la realización de una serie de análisis de fluorescencia de rayos X (micro-XRF). Esta tecnología muestra el espectro químico de un material al analizar la radiación “secundaria” característica que se emite desde el material durante un bombardeo de rayos X de alta energía”.

“La tecnología Micro-XRF es ampliamente utilizada en los campos de la arqueología y el arte, cuando se investigan los elementos químicos de la cerámica y las pinturas”, añaden el investigador Jakob Powl Holck y el profesor asociado de física, química y farmacia Kaare Lund Rasmussen, los dos máximos responsables de la investigación.

Los investigadores detectaron el veneno tras la realización de una serie de análisis de fluorescencia de rayos X. El color verdoso de las portadas alertó a los investigadores, que rápidamente se llevaron esos textos al laboratorio: “Encontramos que los textos en latín de las tapas de estos tres volúmenes eran difíciles de leer debido a una amplia capa de pintura verde que oscurece las viejas letras manuscritas”.

El análisis con tecnología Micro-XRF reveló que la capa verde era arsénico, una de las sustancias más tóxicas del mundo. Una exposición prolongada a este elemento químico puede provocar, aseguran, “diversos síntomas de intoxicación, el desarrollo de cáncer e incluso la muerte”. Y seguían siendo potencialmente peligrosos para la salud de los usuarios de la biblioteca porque la toxicidad del arsénico “no disminuye con el tiempo”, aseguran.

Cuando cubrieron con ese pigmento los tres tomos, firmados por Polydorus Vergilius, Johannes Dubravius y Georg Maior, el objetivo no era acabar con la vida de ningún lector. En todo caso, la capa química perseguía acabar con los insectos bibliófagos y alimañas, aquellos que devoran literalmente las páginas de los libros. Esta podría ser la explicación más plausible, aseguran los firmantes del artículo.

Sea como sea, los tres libros envenenados permanecen separados del resto y una sala perfectamente ventilada. ¿Y la solución para poder seguir consultando su contenido sin correr ningún riesgo? ¿Guantes y mascarilla? Los firmantes del artículo planean la digitalización de su contenido.