Para comprender la génesis de la extraña ola de padecimientos que azotan Holanda, Austria, Bélgica y Suiza, y que se prevé que se extienda por otros países en los años siguientes, necesitaremos realizar un estudio exhaustivo. Para empezar, citaremos el discurso del doctor José Martínez, en el Congreso Internacional de Virología, Epidemiología y Genética en Viena:
“…Amigos, para los entendidos en la materia, el nombre prión no parecerá del todo extraño. Para los que no, tal vez tengan problemas, pues es un concepto de suma importancia en la investigación que mis allegados y yo hemos realizado. Sin embargo, dado los interesados provienen de diversas disciplinas, podemos resumir la idea en, como su nombre lo indica, una proteína; un agente patológico que produce mutaciones en las células e inclusive modifica el código genético del organismo infectado. Una cadena de ARN infecciosa. Podemos compararlo con un código venenoso que apenas tiene contacto con el sistema lo altera y corrompe. Una manera un tanto burda para describirlo, pero útil para empezar.
La mejor forma de hablar de ellos, es a través de las enfermedades que provocan, entre ellas, las encefalopatías espogiformes transmisibles, causante de la famosa enfermedad de la Vaca loca, o el insomnio familiar fatal. En algunos casos no se limitan a infectar a través de la ingesta de la proteína alterada, sino que se pueden ocultar en el código genético, y persistir de manera hereditaria, hasta, en un momento dado, matar al portador. Han estado presentes a lo largo de nuestra historia como mamíferos, se han detectado en distintos animales de ganado, en roedores, y en gran variedad de especies, culminando en nosotros. Y son letales por completo. En este caso, nuestro descubrimiento lo denominamos como Síndrome cíclico irrefrenable. A pesar del nombre tan creativo y divertido, no lo es, en lo absoluto ¿De qué se trata? Imagínense que caminan por la calle, en dirección a su trabajo, y de repente olvidan lo que hacen, y siguen caminando, y continúan y continúan, sin parar, olvidando todo lo demás. En una suerte de macabro tic nervioso, nunca dejan de caminar. Su cerebro marca un patrón cíclico. Extraño ¿No creen? El organismo repite el proceso hasta la muerte. Las pruebas en primates indican algo anormal, incluso en priones, y es la transmisión de la enfermedad. Aún desconocemos… Amigos, para los entendidos en la materia, el nombre prión no parecerá del todo extraño. Para los que no, tal vez tengan problemas, pues es un concepto de suma importancia en la investigación que mis allegados y yo hemos realizado. Sin embargo, dado que los interesados provienen de diversas disciplinas, podemos resumir la idea en, como su nombre lo indica, una proteína; un agente patológico que produce mutaciones en las células e inclusive modifica el código genético del organismo infectado. Una cadena de ARN infecciosa. Podemos compararlo con un código venenoso que apenas tiene contacto con el sistema lo altera y corrompe. Una manera un tanto burda para describirlo, pero útil para empezar.
La mejor forma de hablar de ellos, es a través de las enfermedades que provocan, entre ellas, las encefalopatías espogiformes transmisibles, causante de la famosa enfermedad de la Vaca loca, o el insomnio familiar fatal. En algunos casos no se limitan a infectar a través de la ingesta de la proteína alterada, sino que se pueden ocultar en el código genético, y persistir de manera hereditaria, hasta, en un momento dado, matar al portador. Han estado presentes a lo largo de nuestra historia como mamíferos, se han detectado en distintos animales de ganado, en roedores, y en gran variedad de especies, culminando en nosotros. Y son letales por completo. En este caso, nuestro descubrimiento lo denominamos como Síndrome cíclico irrefrenable. A pesar del nombre tan creativo y divertido, no lo es, en lo absoluto ¿De qué se trata? Imagínense que caminan por la calle, en dirección a su trabajo, y de repente olvidan lo que hacen, y siguen caminando, y continúan y continúan, sin parar, olvidando todo lo demás. En una suerte de macabro tic nervioso, nunca dejan de caminar. Su cerebro marca un patrón cíclico. Extraño ¿No creen? El organismo repite el proceso hasta la muerte. Las pruebas en primates indican algo anormal, incluso en priones, y es la transmisión de la enfermedad. Aún desconocemos…”
Tras la primera repetición los presentes no sabían si era una broma, o un caso abrumador de nerviosismo, pero tras la octava, el terror invadió a los asistentes. Al ser internado, el doctor Martínez seguía con su discurso, iniciado y terminado en el mismo punto. No se le pudo alimentar o hidratar, más que por intravenosa. Conforme su tejido cerebral se degeneraba, el destino evidente para la mayoría de los miembros de su equipo se imponía con crueldad. Toda función cerebral en el doctor Martínez se limitó a las necesarias para dar su ponencia; pero no para sobrevivir.
La enfermedad fue bautizada como Síndrome Martínez, en honor a su descubridor y primera víctima humana, apodada entre estudiosos con el doblemente irónico nombre Proteína espiral. Aún no se tiene claro el medio de transmisión. No obstante, un equipo de la OMS trabaja de forma incansable para esclarecer lo que ocurre, y el cómo enfrentar la enfermedad, basándose en las notas del doctor Martínez y sus compañeros, quienes fueron puestos en cuarentena después del incidente.
Hasta ahora, conforme han declarado los representantes de la OMS:
Para empezar, citaremos el discurso del doctor José Martínez, en el Congreso Internacional de Virología, Epidemiología y Genética en Viena…