Cumplí la misión y volví a mi tierra. Solo demoré 136 años humanos. Mis predecesores habían hecho un buen informe. Ellos son avaros y codiciosos. Se desprecian unos a otros por distintas causas que van desde el color de la piel hasta sus ideas políticas y religiosas, pasando por su origen.
Ya he probado con el colonialismo, las guerras mundiales, el terrorismo. Les he inspirado miles de ideas respecto de armas, estrategias y tácticas de guerra. Todos y cada uno las han hecho propias. Yo mantuve en secreto mi verdadera identidad y mi objetivo.
Al fin llegué, justo a tiempo para exponer ante mis compañeros las conclusiones de mi experimento.
La maestra me felicitó y les preguntó a mis compañeros:
—¿Creen que la Tierra podría ser fácilmente conquistable?
—Sí —respondieron a coro.
—Ellos comprenderán que el más fuerte puede dominar e imponerse al más débil. Los humanos lo han hecho siempre así, ¿no, Hardyn?
—Sí, todos los seres que habitan la Tierra, en general —respondí.
La maestra volvió a tomar la palabra.
—Prepárense. Su última tarea escolar será la conquista del planeta azul. Tienen un plazo de 136 horas, es decir, 136 años humanos.
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