La inexistencia es vivir sin sentir.
El hielo no es tan frío como ella
ni tampoco el infierno deshace igual el alma.
El camino se apresura y me mira,
y yo descalzo, desnudo,
tiemblo ante su insistencia.
Qué larga su vereda
y qué oscuras sus angosturas,
cuánta espesura me espera.
Dicen que tras la marcha
hay un sol diferente al del cielo
y una luna que ama en el día,
donde se encuentran
la azul marisma de paz
y las barcas de oro y plata
se mecen suaves en su placidez.
Dicen que allí el amor deslumbra
y te abraza con notas de encanto
con salmos de gloria,
con ángeles cantando y delfines bailando.
Y yo desnudo y descalzo
tiemblo cobarde,
y que oscuras sus angosturas.
y que larga ésta vereda.
¡Pero quiero vivir!, ¡Quiero sentir!, ¡Quiero existir!
Donde el hielo sea calido
y el infierno sea callado,
donde el alma sea entera
bajo un sol diferente al del cielo.

Fran Rubio Varela.©. Enero 2019.